Comentario
La obra de Juan Gris, el pintor entrañable y leal del galerista Kahnweiler, es la del cubismo paradigmático. Sus trabajos de pintor comienzan y acaban en los métodos cubistas, que interpreta con un virtuosismo espléndido en los diecisiete años de vida que pudo dedicar a la pintura, entre 1910 y 1927, fecha de su muerte. Este madrileño se instaló en 1906 en París, junto al taller de Pablo Picasso en el célebre Bateau-Lavoir, en la rue Ravignan, y conocerá desde dentro el proceso de desarrollo de los trabajos de Picasso y Braque. Hasta 1910 se dedicó al dibujo humorístico y a la ilustración gráfica. A partir de esa fecha empezó a pintar, incorporándose al grupo de pioneros que abrían camino en el continente descubierto por el cubismo. Su obra, elaborada, sabia y delicada, encarna el punto culminante del cubismo sintético.Apenas se introdujo en los métodos analíticos, de los que extrajo sólo los aspectos más inmediatos que le interesaban para la construcción del espacio en el plano. Luego será maestro en las operaciones de síntesis plástica y en el papier collé. Sus austeros bodegones de 1910 se ocupan de las ligeras deformaciones ópticas que la arquitectura de los objetos acusa en la percepción. En los años siguientes encuentra formulaciones esquemáticas muy personales a base de planos traslúcidos superpuestos, en los que se funden las formas de los objetos y el espacio circundante. Su pintura se orienta rápidamente hacia un sintetismo que compite con las producciones coetáneas de Picasso y Braque, con criterios muy decantados hacia el purismo formal.En 1912 expuso en el Salon des Inndépendants con los adscritos al cubismo y participó en la Section d'Or, que fue un importante eslabón para el movimiento cubista en su conjunto. Sus composiciones de 1912, como Botella y cuchillo, Retrato de Picasso y Guitarra y flores son de gran complejidad estructural, pese a la simplificación geométrica y a la platitud a la que somete los volúmenes. Los cuadros tienen la densidad y la riqueza entóptica de cristales, en los que se perfilan las formas con precisión angular, más decisiva que en el aire. Si parafraseamos un verso de Mallarmé, sus composiciones impusieron su límite al infinito, ordenando, por así decir, las leyes del azar.Los cuadros de 1914 y 1915 abren ya el episodio de una ortodoxia cubista sin precedentes. Pintó algunos paisajes (Céret) y figuras, especialmente después de 1916; su tema predilecto será, con todo, el bodegón, asunto que encajaba perfectamente con el intimismo arquitectónico con el que sugestionan sus cuadros.Su fórmula fue la precisión y la progresión hacia la alegre claridad constructiva. "Toda forma en un cuadro -escribía Gris en 1924- debe responder a tres funciones: al elemento que representa, al color que contiene y a las formas que, con ella, componen la totalidad del cuadro. En otros términos: es preciso que responda a una estética, que tenga un valor absoluto en el sistema de las relaciones arquitectónicas, y un valor relativo en la arquitectura particular del cuadro".Dijo Picasso justamente de Gris que era "un pintor que sabía lo que quería". Su labor se orientaba al equilibrio y reciprocidad entre forma y contenido desde la capacidad de evocación de realidad que tiene la misma composición plástica. Gris entendía que debe distinguirse en el conocimiento el componente sensible de las disposiciones intelectuales, formales, y que ambos elementos afectaban por vías separadas y convergentes al conocimiento artístico: "Así la estética que es la materia y la técnica que es el número. El tono y el color pertenecen a la técnica, el color local a la estética. No es una materia la que debe hacerse color, sino un color el que debe convertirse en materia. El estilo no es más que el perfecto equilibrio entre la estética y la técnica".La pintura de Gris, durante algunos años muy austera de color y hasta monocroma, introdujo después de 1913 juegos cromáticos vivos, al tiempo que se vio atraído por las experiencias de texturas. Se convirtió, de hecho, en un original creador de armonías de color, a base de tintas de tonalidad fría y combinadas con extraordinaria sugestión. Juegos de verdes, rosas y ocres, azules, cremas y verdes, grises, azules y malvas, u otros de su económica paleta, tienen un efecto de placidez y calma diáfana. Progresivamente tenderá a dar preferencia a las tintas planas más distantes, por ejemplo en cuadros de 1921, como Guitarra y frutero. La organización cromática prima absolutamente sobre el color local, el propio del objeto. Lo mismo ocurre con la construcción compositiva del cuadro. "El mundo del que saco los elementos de la realidad no es visual, sino imaginativo", dirá Gris.Juan Gris formuló las tesis del cubismo sintético como no lo hicieron Braque y Picasso, y extrajo de sus convicciones las consecuencias más rigurosas. Definió su método como una operación deductiva, que iba de relaciones formales generales a la individualización del asunto. "Yo trabajo con los elementos del espíritu, con la imaginación, trato de concretar lo que es abstracto, voy de lo general a lo particular, lo cual quiere decir que parto de una abstracción para llegar a un hecho real. Mi arte es un arte de síntesis, un arte deductivo. Por así decir, según Gris el modelo se crea en el cuadro y se hace objeto: Mi método de trabajo es (...) deductivo. No es el cuadro X el que llega a coincidir con mi tema, sino el tema X el que llega a coincidir con mi cuadro".La precisión y la resolución constructiva de Gris resultarían determinantes para Ozenfant y Le Corbusier, los puristas que se formaron a raíz y en contra del cubismo. El control intelectual distinguió sus métodos y marcó su fortuna crítica. Es verdad que se esmeró en la reducción de las imágenes a formas sencillas, ligadas por calculadas relaciones de proporción. Pero su empleo de la escuadra, el compás y el cartabón no le condujo a la senda de la construcción mecánica, ni su pintura tiene una sola brizna de asepsia. Fue un pintor que empleó la razón para fines ingenuos, que cuando concretaba pictóricamente lo abstracto, partiendo de formas puras para crear formas particulares, el tema resultante eran los objetos familiares y las personas queridas.Entre las realizaciones suyas que hicieron época se encuentran Naturaleza muerta y paisaje Place Ravignan y La maceta de geranios, ambas de 1915. Son cuadros muy ricos, de gran sutilidad plástica, en los que fundía espacios de interior y exterior, con fórmulas que se adelantan a las de Picasso. Entre 1917 y 1919 se decantó por un mayor purismo, y su obra de los años veinte es muy austera y sencilla, aunque nada rígida. El la consideraba más humanizada. Desarrolla en esa época sus asuntos de arlequines y pierrots, que empezó a tratar en 1917, con una amenidad blanda y sincera. El tema se hace más patente que en el bodegón y la poética más dúctil.El lirismo y la comprometida humanidad de la obra de Gris separa sus creaciones de la de sus admiradores puristas, Amédée Ozenfant (1886-1966) y Charles-Edouard Jeanneret (1887-1965), más conocido como Le Corbusier. En 1918 acuñaron estos autores en el libro "Aprés le cubisme" ideas contrarias a los ingredientes ornamentales y subjetivistas del cubismo maduro. La pintura de Gris, a este respecto, era un modelo de rigor, y como tal la reconocieron. Buscaban un arte neutro, preciso, anónimo, calculado y universalmente eficaz. Tendrán por órgano la revista "L'Esprit Nouveau", que se publicó en los años veinte, cuyo propósito era acercar a una estética propia de la era industrial moderna: "Una obra de arte tiene que poder compararse con cualquier objeto fabricado". Pero, esto no era ya, desde luego, lo que impulsó al trabajo a Juan Gris, pintor mucho antes que ingeniero.